Como digo todo cambio y empecé a ver las cosas de manera diferente, en vez de granjas comencé a ver campos de concentración, en vez de carnicerías veía cadáveres colgados, en vez de gallinas poniendo huevos veía seres vivos enjaulados y en vez de Fiesta Nacional (con la que nunca estuve de acuerdo) empecé a ver tortura.
¡¡Púes ya tengo la solución!!, me dije a mi mismo, esto se arregla dejando de comer carne, se que mucho no cambiará pero por lo menos yo no estoy participando de ello. En el momento que exclamé esto se me vino una avalancha de dudas a la cabeza:
-¿Qué como ahora?
-¿Estaré bien alimentado, me faltará algún nutriente?
-¿Qué dirá la gente? ( Parece que no importa esta pregunta pero tienes que tener argumentos solidos para rebatir lo irrebatible)
-¿Como huevos y leche?
La verdad es que en ese momento no me importaron demasiado esas cuestiones ya que el fin principal era acabar con el maltrato animal, sin embargo, si que me empecé a mentalizar que tenia que decir adiós a los nuggets de pollo (que me encantan), a las alitas fritas, al bonito en salsa, al bacalao que nunca me gusto y hacia poco tiempo que me encantaba, a las albóndigas de mi madre, a la pasta con picadillo del pueblo, a la cecina y al jamón y lo peor de todo, al embutido de mi abuela. Noooooooooooooo el embutido de la abuela no, y la cosa es que si, el embutido de la abuela también había que dejarlo.
Desde Septiembre que vi el documental hasta la primera quincena de Enero no di el paso para terminar con la dieta que venía siguiendo desde los últimos 29 años de mi vida y utilice todo este tiempo para leer mucho y documentarme sobre el tema, y por fin........ llego el día.
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